El peso mexicano muestra señales de relativa recuperación frente al dólar estadounidense tras un 2024 marcado por la volatilidad y presiones bajistas. Sin embargo, persisten importantes desafíos tanto a nivel nacional como internacional que podrían limitar su apreciación sostenida. En este contexto, resulta crucial analizar los factores que influyen en su desempeño y las perspectivas a corto y mediano plazo.
Tras un año complejo, el peso mexicano ha experimentado un repunte del 0.9% en las primeras jornadas operacionales del 2025, cotizando en torno a los 20.6 pesos por dólar. Esta recuperación se produce después de un periodo de significativa presión durante 2024, influenciado por eventos políticos y económicos clave. Las elecciones de junio, con la victoria del partido Morena y Claudia Sheinbaum, generaron cierta inquietud en los mercados financieros, impactando negativamente en la cotización de la moneda. Asimismo, el nombramiento de una figura con posturas proteccionistas y antecedentes de disputas comerciales, como la que ocupó la presidencia de Estados Unidos hasta 2021, añadió una capa adicional de volatilidad, afectando también al peso.
A pesar de esta reciente recuperación, el peso mexicano se encuentra aún bajo presión. A nivel interno, el índice de Gerentes de Compras (PMI) manufacturero ha descendido a 49.8, indicando una contracción en la actividad del sector. Este dato se ve agravado por la caída de las órdenes de exportación durante diez meses consecutivos, reflejando una disminución en la demanda de socios comerciales clave, especialmente Estados Unidos. Las reducciones, aunque moderadas, en la producción y el empleo dentro del sector manufacturero, apuntan a un estancamiento industrial que podría afectar negativamente la confianza de los inversionistas. La persistencia de desafíos estructurales y la falta de dinamismo en el sector industrial representan un factor de riesgo para la economía mexicana.
En el ámbito internacional, la política monetaria de la Reserva Federal juega un papel crucial. La posibilidad de una postura más agresiva por parte del banco central estadounidense, con potenciales alzas en las tasas de interés, podría fortalecer al dólar y, consecuentemente, ejercer mayor presión sobre el peso mexicano. Este factor externo añade incertidumbre al panorama económico mexicano.
Los próximos datos económicos de México, que se publicarán la próxima semana, serán determinantes para la trayectoria del peso. Particularmente, las cifras de inflación y la confianza del consumidor ofrecerán una valiosa perspectiva sobre la salud de la economía y podrían influir significativamente en el comportamiento de la moneda. El reciente informe del PMI manufacturero de diciembre, con un valor de 49.8 (un ligero descenso desde el 49.9 de noviembre), revela la persistencia de debilidades en el sector, incluyendo la continua caída en nuevas órdenes y la relativa débil demanda de exportación. Si bien la moderación en la presión de costos representa una señal positiva, las preocupaciones en torno al sector automotriz, la creciente inseguridad, las políticas proteccionistas y la competencia de China siguen presentes.
En conclusión, si bien el peso mexicano ha mostrado cierta resiliencia en el corto plazo, los factores internos y externos, incluyendo el debilitamiento del sector manufacturero y la posible postura de la Fed, plantean desafíos importantes. Los datos económicos venideros serán cruciales para determinar si la recuperación del peso es sostenible o si se enfrenta a una nueva fase de turbulencia. La atención de los mercados financieros estará centrada en estos indicadores para evaluar la dirección futura de la moneda mexicana.
Fundamental AnalysisSupport and ResistanceTrend Lines

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