Esta semana varios analistas especulaban con la posibilidad de que la próxima administración de Joe Biden se pusiera manos a la obra en la tarea de acabar con el creciente monopolio de las FAANG.
Si nos ceñimos a los hechos, y además damos por sentado que las FAANG nunca van a barrer contra su propio tejado, es fácil deducir que estas especulaciones carecen de fundamento.
En primer lugar, parte de las Big Tech se han esforzado enormemente por complicar a Donald Trump la campaña electoral y su oportunidad de hablar a sus votantes a través de Facebook, Twitter, Youtube y Twitch. El lavado de cara de las grandes tecnológicas al Partido Demócrata ha sido constante durante todo el año 2020. Los favores se pagan y, casi con total seguridad, las FAANG compraron su salvavidas ante una posible acusación por monopolio.
En segundo y último lugar, no podemos obviar el hecho de que Kamala Harris, la vicepresidenta de USA, fue elegida por Joe Biden por su amigable trato con las tecnológicas de California. Precisamente Kamala Harris fue senadora por California. Si h habido un momento para estar tranquilos con las FAANG, es ahora.
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