La dominancia físcal. El tesoro de EEUU controla los tipos.
En entornos de inflación generada por la expansión del crédito bancario comercial, los tipos de interés tienen un impacto significativo en contrarrestar los efectos de la inflación de precios. Sin embargo, la eficacia de la Reserva Federal (FED) para controlar los tipos de interés se ve mermada cuando el Tesoro ejerce lo que se conoce como dominancia fiscal. En este escenario, no es la FED la que tiene el control de los tipos de interés, sino el Tesoro a través de sus proyecciones de aumento de la deuda y el gasto.
La dominancia fiscal es un concepto económico que se refiere a la capacidad del gobierno para anular las políticas monetarias del banco central debido a las perspectivas de deuda a largo plazo y gasto gubernamental. En este escenario, el gobierno es insensible a las tasas de interés establecidas por el banco central. Incluso si el banco central aumenta las tasas de interés para contrarrestar desequilibrios en los precios y promover la estabilidad, el gobierno puede continuar gastando e incluso imprimir dinero si sus necesidades de financiamiento aumentan.
Cuando el gobierno imprime dinero para financiar su gasto, obliga al banco central a monetizar la deuda, convirtiéndose esencialmente en la "impresora" del gobierno al crear nuevos depósitos. Este proceso puede ocurrir de dos formas en la economía real: mediante la creación de depósitos por parte de los bancos comerciales o cuando el gobierno respalda la creación de depósitos por parte de los bancos comerciales. En última instancia, el gobierno crea dinero nuevo al gastar, lo que puede tener importantes implicaciones para la estabilidad económica y monetaria.
La inflación de precios puede ser influenciada por una variedad de factores, incluyendo aspectos psicológicos, mientras que la inflación monetaria se refiere al aumento genuino del colateral y el crédito en circulación. En el contexto de la dominancia fiscal, donde el gobierno está impulsando el gasto a través de la expansión fiscal, el aumento del dinero en circulación no es constante, sino que ocurre en momentos de shock fiscal seguido de un equilibrio posterior con una deuda mayor y una inflación estable en un nivel más alto que antes del aumento del gasto.
Este escenario puede resultar en un régimen de inflación baja, donde la subida de precios no es generalizada, como lo demuestra el último informe del Índice de Precios al Consumidor (IPC) donde solo algunos sectores, como combustibles y vivienda, contribuyen a la subida de precios. Sin embargo, existe el riesgo de que esto pueda cambiar si el gobierno gasta más rápido de lo que la economía puede equilibrar, lo que podría llevar a un régimen de inflación alta.
En este contexto, el Tesoro ejerce un gran poder al aumentar las tasas de interés reales a través de la emisión de deuda a largo plazo y las perspectivas de gasto. Esto obliga a la Reserva Federal (FED) a elevar las tasas de interés nominales para contrarrestar el aumento de las tasas reales y mantener la estabilidad. Si la FED no lo hace, estaría indicando su disposición a cambiar el objetivo de inflación a un nivel más alto.
En una economía donde el sector privado está menos apalancado y dispone de más capital, el aumento de los tipos nominales puede no debilitar la economía, ya que el gobierno impulsando el gasto con tasas nominales más altas puede aumentar el capital disponible para invertir y gastar, manteniendo así la economía sólida a pesar de las subidas de tipos.
Es importante destacar que el gobierno también tiene sus propias restricciones fiscales, ya que la deuda debe ser sostenible para mantener la demanda elástica y evitar que la dominancia fiscal cause problemas. En última instancia, la economía se estabiliza en un nuevo estado estacionario con más deuda e inflación, pero sigue manteniendo un crecimiento sólido.
En una reunión de emergencia en la que participaron representantes de Blackrock y de la Reserva Federal (FED), se expresó una creciente preocupación por la falta de efectividad de las políticas monetarias cuando las tasas de interés caen casi o llegan a cero, sin lograr estimular la economía a pesar de las medidas expansivas implementadas por la FED. Este escenario se conoce como "zero lower bound" o trampa de liquidez, donde el banco central se encuentra limitado en su capacidad para estimular la economía y se ve obligado a recurrir a medidas no convencionales como el Quantitative Easing.
Durante la reunión, se concluyó que las políticas fiscales podrían complementar y potenciar los esfuerzos para estimular la economía y promover su crecimiento. Este enfoque innovador ayudaría a impulsar tanto el crecimiento económico como la inflación, proporcionando así margen de maniobra a la política monetaria en caso de una nueva crisis. Este efecto se ha observado como efectivo después de la pandemia.
Es importante reconocer que la política monetaria y fiscal son dos herramientas complementarias en la gestión económica, y que el poder del gobierno para influir en la economía, insensible a las tasas de interés, puede ser más significativo que el del propio banco central. Por lo tanto, para evitar que la política monetaria quede atrapada en el "zero lower bound", es necesario aumentar el nivel mínimo de deuda y gasto gubernamental, lo que estimula el crecimiento económico y la inflación de precios. Esto proporciona el margen necesario para que la política monetaria pueda desvincularse de este límite y empezar a tener efectividad para alcanzar los objetivos de inflación a largo plazo y estabilidad económica.
Es importante destacar que la FED tiene tres objetivos fundamentales: promover el empleo, mantener la estabilidad de precios y garantizar la estabilidad de los tipos de interés a largo plazo. Para lograr este último objetivo, es crucial que la política monetaria sea efectiva, y para ello se requiere la colaboración activa del Tesoro de los Estados Unidos mediante un aumento en el gasto y la emisión de deuda suficiente para orientar la economía hacia un estado de deuda más elevada y una inflación de precios controlada.