¿Es el éxito económico de Alemania una ilusión?El índice de referencia DAX 40 de Alemania se disparó un 30% en el último año, creando una impresión de salud económica robusta. Sin embargo, este rendimiento oculta una realidad preocupante: el índice representa multinacionales diversificadas globalmente, cuyos ingresos provienen en gran medida de fuera del mercado doméstico en apuros de Alemania. Detrás de la resiliencia del DAX yace una decadencia fundamental. El PIB cayó un 0,3% en el segundo trimestre de 2025, la producción industrial alcanzó su nivel más bajo desde mayo de 2020 y la manufactura declinó un 4,8% interanual. El sector intensivo en energía sufrió una contracción aún más pronunciada del 7,5%, revelando que los altos costos de insumos se han convertido en una amenaza estructural a largo plazo en lugar de un desafío temporal.
El sector automovilístico ejemplifica la crisis más profunda de Alemania. Fabricantes otrora dominantes están perdiendo la transición a vehículos eléctricos, con la cuota de mercado europea en China desplomándose del 24% en 2020 a solo el 15% en 2024. A pesar de liderar el gasto global en I+D con 58.400 millones de euros en 2023, los fabricantes alemanes de automóviles permanecen atrapados en el nivel 2+ de autonomía, mientras que los competidores persiguen soluciones de conducción totalmente autónoma. Este retraso tecnológico se origina en regulaciones estrictas, procesos de aprobación complejos y dependencias críticas de materiales de tierras raras chinos, donde interrupciones en el suministro podrían desencadenar pérdidas de 45-75.000 millones de euros y poner en riesgo 1,2 millones de empleos.
Las rigideces estructurales de Alemania agravan estos desafíos. La fragmentación federal a través de 16 estados paraliza los esfuerzos de digitalización, con el país clasificándose por debajo de la media de la UE en infraestructura digital a pesar de iniciativas ambiciosas de soberanía. La nación actúa como ancla fiscal de Europa, contribuyendo con 18.000 millones de euros netos al presupuesto de la UE en 2024, pero esta carga limita la capacidad de inversión doméstica. Mientras tanto, persisten las presiones demográficas, aunque la inmigración ha estabilizado la fuerza laboral; los migrantes altamente cualificados consideran partir de manera desproporcionada, amenazando con transformar una solución demográfica en fuga de cerebros. Sin una reforma radical para agilizar la burocracia, reorientar la I+D hacia tecnologías disruptivas y retener talento de élite, la desconexión entre el DAX y la economía fundacional de Alemania solo se ampliará.
